¿Neutralidad Tecnológica? Desencuentros de la política tecnológica chilena

La neutralidad tecnológica, idea fuerza de la política tecnológica chilena, es una buena idea y es loable que el gobierno persiga ser neutral. Tampoco se quiebra la neutralidad al hacer exigencias a cualquier tecnología que se incorpore en el gobierno; mientras las exigencias sean iguales para todas las tecnologías, existirá neutralidad. Eso implica que existirá una sana competencia en el mercado, dado que el gobierno no otorga ventajas a unos actores por sobre otros.

Sin embargo, hay casos prácticos en los cuales la actitud del gobierno pareciera ser justamente la contraria: apostar por una tecnología específica y obligar a cualquier persona que quiera o esté obligada a usar ciertos servicios a adoptar una tecnología particular de una empresa particular. Si realmente se quiere mantener una neutralidad tecnológica, es necesario hacer uso de estándares tanto para almacenar información como para interactuar con otros sistemas. De esta manera, sería posible cambiar la tecnología de una parte sin que las demás se vean afectadas. Si bien es cierto que no se puede garantizar que no vayan a haber problemas al realizar cambios, al menos estos problemas debieran tener soluciones y sobre todo explicaciones razonables, y no debiera ser necesario un cambio demasiado grande para poder superarlos.

Si bien se puede argumentar contra el beneficio al país de incurrir en esas prácticas, lo peor en estas situaciones es que se da a entender una cosa y se hace exactamente lo contrario. En ninguno de los sitios web se especifica que funciona solamente con Internet Explorer de Microsoft, es más: en Chilecompras se promociona que lo único que se necesita es "conexión a internet" y "correo electrónico" (al menos en la versión anterior a Febrero de 2004). Si se va a restringir la interacción con el gobierno a personas que compran un cierto producto, lo mínimo que se puede exigir es que se haga de cara al país señalando claramente estas restricciones en las condiciones de uso y no escondiéndolo para que solamente los afectados se enteren después de infructuosos intentos.

Aunque no es necesario justificar la elección de un browser sobre otro, hay varios elementos que hacen que muchas personas prefieran no usar Internet Explorer. La misma empresa fabricante, Microsoft, recomienda no usar la característica más básica que permite en la práctica el uso de esta herramienta: hacer click en hipervínculos para llegar de una página a otra; se señala que la única forma de asegurar que se está accediendo realmente a la página pensada es tipeando la URL manualmente. Otras razones se pueden encontrar en esta otra vulnerabilidad aún no arreglada del mismo programa: http://secunia.com/Internet_Explorer_File_Download_Extension_Spoofing_Test/

¿Qué diría la gente si el gobierno permitiera solamente la entrega de formularios llenados con un modelo de lápiz de una empresa particular? No se puede hablar de neutralidad en estas condiciones.

Llaman la atención los sitios web construidos con tecnologías proporcionadas por Microsoft que funcionen bien solamente si interactúan con clientes Microsoft. Las causas para esto son variadas, pero ninguna habla bien de la solución usada. Las teorías de conspiración señalan que es provechoso para Microsoft aprovechar su posición de proveedor con poder prácticamente monopólico para excluir a los demás participantes en el mercado. O bien puede ser que las herramientas usadas simplemente sean mediocres y no funcionen sino con ciertos programas en vez de seguir estándares abiertos y conocidos por todos. Otra opción es que al momento de ofrecer una solución se decide incluir más tecnología para justificar el cobro, pero esta tecnología adicional, lejos de mejorar el producto lo complica y aumenta las posibilidades de falla. Pero el hecho es que por muy creativos que seamos para encontrar la causa a estas situaciones, ninguna explicación va a poder justificarlas. Lo que ha hecho tan popular al WWW y ha permitido la gran masificación de Internet y el acceso a tanta información importante es justamente el hecho de atenerse a los estándares del caso. Claramente el ignorar estos hechos y hacernos dependientes de un solo proveedor es un paso hacia atrás en todo sentido.

¿Por qué el Gobierno de Chile, con su obligación de dar acceso a todos los chilenos por igual a los servicios que ofrece, se da el lujo de aceptar desarrollos con serias limitaciones, mientras que empresas como Amazon o eBay, que no tienen ninguna obligación a hacerlo, deciden usar las tecnologías de manera adecuada y preferir facilidad de acceso antes que parafernalia que poco aporta pero limita quiénes pueden acceder a los sitios? Probablemente porque los clientes de eBay y Amazon pueden escoger otro lugar para hacer sus compras, mientras que los "clientes" del Gobierno están cautivos al menos hasta las próximas elecciones.

¿Qué hay detrás de la política de neutralidad tecnológica que orientó estas decisiones?

Tal concepto elude a una "falacia naturalista". Esto es, que los gobiernos no deben interferir en el desarrollo e implantación tecnológico porque hacerlo va contra natura, es ``antinatural''. Lo ``natural'' es dejar que la tecnología evolucione y sea la selección ``natural'' la que elija a los supervivientes. El desarrollo tecnológico constituye un proceso autónomo que se rige de forma independiente a los avatares sociales y cuyo tránsito se dirime en el mercado. Lo que elige el mercado (es decir, la mayoría) es lo bueno. El desarrollo de la tecnología es así inexorable, inevitable, y nos cambia la vida, tiene un impacto directo en nuestros hábitos y costumbres.

Esta noción niega que los usuarios de la tecnología puedan influir tanto sobre el desarrollo tecnológico como éste sobre nosotros, constituyéndola como una fuerza imparable y autónoma del avance tecnológico. El desarrollo tecnológico y sus procesos de difusión social no son autónomos, y menos autoexplicativos. El Estado no debe desentenderse de una responsabilidad mayúscula respecto a asegurar cumplir sus obligaciones con sus ciudadanos. Lamentablemente, neutralidad tecnológica es sinónimo de una inercia que, amparada en creencias falaces, promueven aquellos a los que conviene que no cambie nada, y si cambia, que tengan el control sobre esos cambios. ¿Quienes? Un segmento de la industria de software o algunas compañías que basan su negocio en el oscurantismo, la ineficiencia y la especulación tecnológica para no atender procesos de optimización que apuesten a la calidad, la transparencia y la competitividad. Obviamente es aquella industria que niega otras alternativas tecnológicas contraria a sus intereses.

El asunto es que otras alternativas tecnológicas, como el software libre/código abierto, otorgan al usuario amplios derechos de uso, difusión y modificación que el corporativismo del software esta decidido a eliminar. Ellos basan su modelo de negocios en un software propietario que es aquel que restringe los derechos del usuario al mero uso de su funcionalidad bajo condiciones determinadas al solo criterio del dueño de los derechos de autor.

Este artículo no pretende ser una apología tecnológica del software libre/código abierto. De hecho, en el caso del ejemplo 3 el software libre se ve beneficiado respecto del software propietario, ya que es posible adecuarlo para aceptar los documentos que se salen del estándar definido. Hay bastante literatura, prensa especializada e interesantes experiencias exitosas y consolidadas al respecto, demostrando las ventajas de índole económica, social, operativa y de seguridad nacional que hacen imperativo el uso del software libre/código abierto en todas las áreas de la administración pública. Cabe resaltar la tendencia clara que se esta dando en países vecinos al respecto.

Si tiene la intención este artículo de denunciar enérgicamente prácticas por parte del Estado, fundamentadas en creencias erradas y engañadoras, que atentan contra los intereses ciudadanos de accesibilidad e independencia tecnológica.

Jens Hardings
Werner Westermann

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